29 jul 2016

Triglav y otros rincones de Eslovenia

Como explicaba en la anterior entrada, Gigi y yo fuimos con la Gespeta al aeropuerto de Venecia a esperar a Laia y Roger. Desde allí nos fuimos prácticamente directos a Eslovenia, entrando por Nova Gorica y dirigiéndonos hacia la carretera del paso Vršič.

Esta carretera de montaña va siguiendo el curso del rio Soča, es famosa por sus cincuenta curvas cerradas tipo paella que están incluso numeradas, y por ella nos adentramos en los denominados Alpes Julianos. Nosotros parece que la hicimos al reves, de Sur a Norte, ya que las curvas están numeradas de Norte a Sur, sin embargo creo que es indiferente, y a nosotros nos cuadraba hacerlo como lo hicimos.

Para este viaje teníamos dos semanas y aunque habíamos preparado algunas cosas, no habíamos establecido ningún orden concreto. Llevábamos una guía de escalada deportiva que cubre la mayoría de zonas del país, una Lonely Planet para tener una referencia de las cosas que hay que ver o hacer, habíamos mirado algunos blogs, y habíamos decidido que haríamos un intento al Triglav, que con 2864m es el pico más alto de Eslovenia. Además, el anterior primer ministro dijo que todo esloveno debía subir el Triglav al menos una vez en su vida, y parece que la población se tomó el mensaje muy a pecho.

A pesar de tener bastantes días, subir el Triglav era la única actividad de nuestras vacaciones que realmente iba a depender del tiempo, además lo suyo es hacerlo en dos días y reservando sitio en algún refugio, que en agosto puede ser delicado dada la cantidad de gente que sube.

Así que bien prontito empezamos a mirar como pintaban los siguientes días, y vimos que o bien nos lanzábamos a hacer la aproximación con tiempo inestable, para luego tener un día bueno en el intento a cumbre, o nos teníamos que esperar varios días. Dificil elección cuando tienes dos semanas por delante.

Después de debatir que hacer, decidimos intentarlo. Dormimos en la furgo en el parking de Planina Blato. Desde allí, al día siguiente y saliendo tempranito, fuimos hasta Planina Laz. Antes de llegar a esta planina ya empezó a lloviznear, y entre eso y que yo iba el primero recogiendo todo el agua acumulada que tenían las plantas, pronto noté que llevaba los pies mojados. Pero no importaba, el recorrido que ibamos haciendo era guapísimo. Desde Laz seguimos el camino, siempre bien señalizado, hasta que después de un par de subidas y bajadas llegamos al refugio Vodnikov Dom.

En este refugio nos dimos un merecido descanso, ya que llevábamos varias horas caminando, no había parado de llover, aunque no mucho, pero para entonces ya estábamos los cuatro con los pies totalmente empapados. Aquí nos explicaron que a este refugio se puede llegar desde un parking llamado Rudno Polje y que, además de estar mucho más cerca, está a más altura que el de Planina Blato.

En realidad nosotros salimos de Blato porque de bajada queríamos volver por el valle de los siete lagos, sin embargo cuando vimos que el tiempo iba a irnos justito teníamos que haber cambiado ese plan y por lo tanto modificado el punto de partida. Mea culpa, aunque de este modo vimos sitios que de otra forma no hubiéramos visto. Por ejemplo Planina Laz parecia La Comarca de los Hobbits, con vacas y cerdos corriendo libremente entre las cabañas.

Tras reponer fuerzas en Vodnikov Dom, y viendo que no paraba de llover, nos pusimos otra vez en camino para darle otro buen empujón y llegar a nuestro objetivo del día, Planika Dom, donde pasaríamos la noche.

Por el camino pasamos por extensas zonas llenas de flores como nunca antes había visto, empezamos a ver algún tramo con cables y clavijas, y yo aluciné varias veces con lo que yo pensaba que eran tritones pero tras investigar un poco he visto que eran salamandras alpinas.

Tras unos últimos repechones algo más pronunciados llegamos al refugio Planika Dom, a 2401m de altitud. Pronto nos enteramos que ese día nadie había ido a cumbre, y que poca gente como nosotros había subido al refugio.

Ésto solo quería decir que si a la mañana siguiente el tiempo era bueno, y así era el pronóstico, encontraríamos muy poca gente en el último tramo, que aunque son sólo 400 metros verticales, en su mayoría están equipados con cables y clavijas porque tiene secciones bastante aéreas.

Por la noche paró de llover y el día siguiente amaneció espectacular. Nos colocamos los arneses y el disipador, y llevábamos una cuerdecita por si acaso, pero realmente no es necesario. Ninguno de los cuatro nos anclamos en ningún momento, y aunque si es cierto que hay trozos aéreos, yo no ví riesgo de caida. Con mal tiempo o con algo de nieve y hielo sería otra cosa.

Como de costumbre, estuvimos un buen rato en la cumbre, nos hicimos las fotos de rigor, y cuando vimos que empezaba a aparecer algo de neblina decidimos empezar a bajar.

En algún sitio había leido que se podía hacer una circular, así que bajamos por la parte suroeste del pico.

Este itinerario también está señalizado, ya que es el que usan para subir los que vienen del refugio Koča na Doliču. Tras un buen rato de descenso, igualmente ayudados por clavijas y cables, llegamos a un collado donde está claramente indicado que para la derecha irías a Koča na Doliču y a la izquierda, nuestro caso, vas a Dom Planika.

En mi opinión, bajar por aqui vale la pena porque, tal y como leí en los blogs mencionados, poca gente sube por este flanco, y así se evitan los atascos que puedan haber en la linea que prácticamente todo el mundo hace de subida.

La idea de bajar por el valle de los siete lagos hacía rato que la habíamos abandonado, por lo que después de un breve descanso en Planika Dom para añadir a la mochila algunas cosillas que habíamos dejado en el refugio, nos fuimos para abajo, pensando como podíamos hacer para evitar el largo recorrido que hicimos de subida desde Planina Blato hasta Vodnikov Dom, con dos significativas subidas de altitud que luego perdímos.

Por suerte para nosotros, justo después de salir de Vodnikov Dom nos encontramos con una chica eslovena que iba sola. Empezamos a hablar con ella y resultó que acabamos haciendo el trayecto juntos, incluyendo un tramo de camino que nisiquiera salía en nuestro mapa. Mateja, que así se llama esta simpática eslovena, nos ayudó a ir hasta Planina Krstenica traspasando un solo collado, y desde aquí hasta Planina Blato, donde teníamos la furgo.

Super contentos después de haber cumplido el sueño de todo esloveno de hollar la cumbre del Triglav, cambiamos el chip y empezamos a disfrutar de esas pequeñas cosas que ofrece Eslovenia. Desde un bañito en pelotas en un discreto rincón que encontramos en el lago Bohinj, hasta disfrutar de una salchicha ahumada llamada klobasa y una cerveza Lasko en la capital Ljubljana.

Mucha gente que visita Eslovenia lo hace de paso y de puntillas cuando van a Croacia, y muchos de los que la visitan especificamente, solo se mueven por la parte oeste del país, donde están el parque nacional del Triglav, el único del país, y las famosas cuevas de Škocjan y Postojna. Nosotros hemos recorrido prácticamente todo el pais, visitando lugares como Maribor, Ptuj, e incluso Murska Sobota.

De las cuevas fuimos a visitar las de Škocjan, que todo el mundo, incluso Mateja, coincidía en que eran las que vale la pena ver, y realmente son impresionantes. También fuimos a ver el castillo de Postojna, y estuvimos haciendo algo de escalada en algunas zonas, pero nada digno de ser mencionado, ya que cogimos días de muchísimo calor cuando fuímos a Osp y Mišja Peč, y cuando fuimos a Bled hicimos cosas muy facilitas. Lo importante es que nos divertimos, al menos yo me divertí con todo lo que hicimos, incluida la fiestecilla en Ptuj, oyendo y viendo como es el folklore esloveno.

Por cierto, hablando de música eslovena, al final os incluyo el video de la canción que nos pareció ser el número uno en Eslovenia este verano!

Los últimos días volvimos a la zona del lago Bohinj, y encontramos un muy buen sitio para dormir con la furgo, un área para autocaravanas justo junto a la estación de tren de Bohinjska Bistrica.

Estando allí vimos que era posible salir de la zona de los Alpes Julianos con tu vehículo en el tren, así que el último día subimos la Gespeta a un vagón y, con los ocupantes dentro de los vehículos, el tren nos llevó a una escasa hora de distancia de la frontera con Italia. Abajo os incluyo un pequeño video del curioso viaje, y como no, con el número uno de fondo.

Como no tenía grandes expectativas sobre Eslovenia creo que me impresionó lo organizados y limpios que son en la mayor parte del país, que además es muy verde y está todo muy cuidado. ¡Es muy chulo, y la gente muy maja!